una opinión aficionada
Es sorprendente cómo a veces valoramos lo lejano, lo que hay en otros países o regiones y lo vemos como algo imposible de encontrar en nuestra tierra, obviando lo que tenemos más cerca y que muchas veces no deja de ser maravilloso. Y es que quién iba a pensar que dos de los principales yacimientos paleontológicos de Europa se encuentran en la provincia de Cuenca, tan cerca de nosotros y tan desconocidos (para algunos) al mismo tiempo: Se tratan del yacimiento de Las Hoyas y el yacimiento de Lo Hueco.
“Dios se rige por patrones extremadamente misteriosos, por no decir tortuosos. El asunto de los dinosaurios es un chiste que los paleontólogos no acaban de coger”.
- Terry Pratchett
El fruto de estos yacimientos conquenses y de otros muchos de todo el mundo (aunque sea en forma de representaciones) es lo que nos podemos encontrar en el Museo Paleontológico de Cuenca, situado en el edificio Ars Natura, una espectacular y moderna construcción. Antes de entrar, se puede ya intuir la espectacularidad de lo que dentro se va a encontrar. Un museo que sobre todo hace hincapié en reproducir fielmente como eran aquellos reptiles y seres, que un día dominaron nuestro planeta.
En el exterior se puede ver, junto a una espectacular panorámica de la ciudad de Cuenca, una serie de reproducciones de aquellos grandes lagartos en su “entorno natural”, detenidos en el tiempo pero como si este no hubiera pasado.
Reproducción de dinosaurios en el exterior del museo con la ciudad de Cuenca de fondo
Y es que en este museo nos podremos ver cuál era el aspecto físico de gran variedad de dinosaurios, desde el velociraptor hasta la última incorporación. Un dinosaurio que fue presentado este verano y que es el único ejemplar de su especie descubierto en Europa. Estamos hablando del lohuecotitán pandafilandi, al que se le ha atribuido el apodo del “dinosaurio exclusivamente conquense”.
Lohuecotitán Pandafilandi en el exterior del museo
Además, desde que entramos hasta que salimos, podemos comprobar que se trata de un museo tremendamente didáctico y dirigido sobre todo a niños, creado con el ánimo de enseñar y de que los visitantes aprendan con facilidad la historia no solo de los dinosaurios, sino de la creación de la tierra y sus etapas.
Ya en recepción nos informan de esto y es algo cierto. Todas las partes del museo están plagadas de guías y especialistas (según comentaban, restauradores muchos de ellos) disponibles para resolver cualquier duda tanto a niños como a mayores y hacer de la visita al museo una experiencia pedagógica y educativa. Gente que, como se puede ver, disfruta haciendo su trabajo e intentando conseguir que los visitantes lo conozcan y se interesen por este mundo.
Lo que uno se puede encontrar es, desde la vista de un aficionado, cuanto menos fascinante. Y es que las representaciones del museo son a escala real y (también realmente) impresionan. En cuanto a ejemplares reales, el museo no disfruta de una gran variedad (hemos de tener en cuenta que muchos de los fósiles encontrados en los yacimientos conquenses aún se encuentran en fase de estudio), ya que mucho de lo que muestra como se ha dicho son reproducciones tanto del animal en sí como de su esqueleto. Solo así se explica que podamos disfrutar en él de dinosaurios que habitaron en América u otras criaturas, como por ejemplo el tigre dientes de sable, no autóctonos de nuestra tierra.
Esqueletos presentes en el museo
Sin embargo lo que más hemos de apreciar de este museo es el poder contemplar los restos fosilizados de gran cantidad de especies terrestres y marinas (cocodrilos, cangrejos o tortugas) pero en especial de especies que no se encuentran en otro lugar del mundo y que hacen de la provincia de Cuenca una verdadera tierra de dinosaurios. Hay que tener en cuenta que el yacimiento de Lo Hueco es el único de Europa que cuenta con una colección abundante de esqueletos parciales de este tipo de animales, por lo que este y el de Las Hoyas resultan de especial importancia para conocer la historia de las especies de dinosaurios que aquí habitaban y de los ecosistemas del Cretácico terminal en Europa.
En el museo podemos también, mediante la visión de un pequeño film, conocer la formación de nuestro planeta, como fueron los periodos por el que este ha pasado y las especies que lo han habitado en cada periodo. Se trata de una película como antes hemos comentado, con un sentido plenamente didáctico y orientada para niños, pero que también puede servir a mayores, y que se proyecta en una pequeña sala de cine especialmente habilitada en el interior del museo.
En conclusión, se puede afirmar que el Paleontológico de Cuenca es un museo que merece la pena ser visitado y no solo por turistas o personas no residentes en Cuenca, pues sería muy positivo que los propios habitantes de Cuenca y su provincia se animaran a conocer un poco más el tesoro en forma de fósil que habita en sus tierras. Sin duda, estamos acostumbrados a valorar más lo exterior, lo que nos queda lejano por el simple hecho de que nos queda lejano, que lo que tenemos cerca de nosotros, nuestro propio patrimonio histórico, cultural o científico. La paleontología conquense es buena muestra de ello.